martes, 19 de marzo de 2019

Lavoisier y los gases

Lavoisier y los gases





Ver las imágenes de origen
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Cuesta creer que el aire sea realmente algo. No se puede ver y normalmente tampoco se deja sentir; y, sin embargo, está ahí. Cuando cobra suficiente velocidad, sopla un viento huracanado que es capaz de hacer naufragar barcos y tronchar árboles. Su presencia resulta entonces innegable. El aire ¿es la única sustancia invisible?
Por aquella época Van Helmont observó que al echar, por ejemplo, trocitos de plata en un corrosivo muy fuerte llamado ácido nítrico, la plata se disolvía y un vapor rojo borboteaba y dibujaba rizos por encima de la superficie del líquido. ¿Era aquello aire? ¿Quién había visto jamás aire rojo? ¿Quién había oído jamás hablar de un aire que podía verse?
Van Helmont conocía el mito griego según el cual el universo fue en su origen materia tenue e informe que llenaba todo el espacio. Los griegos llamaban a esta materia primigenia “caos”, pero van Helmont que era flamenco escribió la palabra tal y como la pronunciaba: «gas».
Luego de arduas experimentaciones y cuando lograron retener en alguna cámara estanca el gas de las reacciones químicas, se pudieron conocer decenas de nuevos “aires” y el químico francés que hoy no ocupa la atención, Antoine-Laurent Lavoisier estaba enfrascado en el problema de la combustión. La combustión —es decir, el proceso de arder u oxidarse una sustancia en el aire— era algo que nadie terminaba de comprender.
Lavoisier no fue, claro está, el primero en estudiar la combustión; pero tenía una ventaja sobre sus predecesores, y es que creía firmemente que las mediciones precisas eran parte esencial de un experimento. La idea de tomar medidas cuidadosas tampoco era nueva, pues la introdujo doscientos años antes Galileo; pero fue Lavoisier quien la extendió a la química.
Lavoisier tenía, pues, buenas razones para sospechar que detrás de los cambios de peso que se producían en la combustión estaban los gases. Mas ¿cómo probar su sospecha? No bastaba con pesar las cenizas y la herrumbre; había que pesar también los gases, pero como podía hacerlo?
Lavoisier comenzó por pesar con todo cuidado el recipiente estanco, junto con la sustancia sólida y el aire retenido dentro. Luego calentó aquélla enfocando la luz solar por medio de una gran lupa o encendiendo un fuego debajo. Una vez que la sustancia se había quemado o aherrumbrado, volvió a pesar el recipiente junto con su contenido.

Tales de mileto y su idea la ciencia

Tales de mileto y su idea la ciencia




El pensador griego Tales en el año 600 a.C. se preguntó lo siguiente: ¿De qué está compuesto el universo?, y dio una respuesta, “Todas las cosas son de agua”. Por supuesto la idea era incorrecta, pero aun así es uno de los enunciados más importantes en la historia de la ciencia, porque sin él —u otro equivalente— no habría ni siquiera lo que hoy entendemos por «ciencia».
No es para sorprenderse que haya dado esta respuesta, pues Tales nació y se crió en un mundo rodeado de mares y océanos.
El continente, la tierra firme, tenía, según Tales, la forma de un disco de algunos miles de millas de diámetro, flotando en medio de un océano infinito. Tampoco ignoraba que el continente propiamente dicho estaba surcado por las aguas. Había ríos que lo cruzaban, lagos diseminados aquí y allá y manantiales que surgían de sus entrañas. El agua se secaba y desaparecía en el aire, para convertirse luego otra vez en agua y caer en forma de lluvia. Había agua arriba, abajo y por todas partes.
En aquella época lo importante era construir templos y altares, inventar rezos y rituales de sacrificio, fabricar ídolos y hacer magia. Y lo malo es que nada podía descalificar este sistema. Porque supongamos que, pese a todo el ritual, sobrevenía la sequía o se desataba la plaga. Lo único que significaba aquello es que los curanderos habían incurrido en error u omitido algún rito; lo que tenían que hacer era volver a intentarlo, sacrificar más reses y rezar con más fruición.


Las leyes de Kepler



. Se trata de unas leyes que fueron denunciadas por el astrónomo Kepler, el primero que se dio cuenta de que los planetas estaban en constante movimiento alrededor del sol y que las órbitas que estos describían no eran circulares, sino elípticas. Además, cuanto más amplia sea la órbita del planeta (los más cercanos al perihelio), más rápido será su desplazamiento.

Lo primero que Kepler dio por supuesto es que el Sol era el centro del sistema, ya que los movimientos orbitales giraban en torno al mismo. La manera en la que después demostró que los planetas no giraban en órbitas circulares sino en órbitas elípticas fue gracias a que pudo calcular la órbita de Marte. Una vez descubrió todo lo que hemos mencionado anteriormente, resumió dichos descubrimientos en tres leyes, es decir, las tres leyes de Kepler:
-Las órbitas planetarias elípticas tienen al Sol como uno de los focos.
-Las áreas que describen los planetas a través de los radios vectoriales en la misma cantidad de tiempo son iguales.
-El cuadrado de tiempo de revolución de un planeta alrededor del Sol es inversamente proporcional al cubo del semieje mayor de la órbita elíptica.

Hipócrates y la Medicina

Hipócrates y la Medicina


la materia inerte no parece hacer nada la mayor parte del tiempo. O si hace algo, actúa de un modo mecánico y poco interesante. Pensemos en una piedra que yace en el camino. Si nada la molesta, seguirá allí por los siglos de los siglos. Si le damos una patada, se moverá y volverá a detenerse. Le damos más fuerte y se alejará un poco más. Si la tiramos al aire, describirá una curva de forma determinada y caerá. Y si la golpeamos con un martillo, se romperá.

Con algo de experiencia es posible predecir exactamente lo que le ocurrirá a la piedra en cualquier circunstancia. Uno puede describir sus avatares en términos de causa y efecto. Si se hace tal cosa con la piedra (causa), le ocurrirá tal otra (efecto). La creencia de que iguales causas obran más o menos los mismos efectos en todas las ocasiones conduce a la visión del universo que llamamos «mecanicismo»

Demócrato y los átomos.


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Demócrato y los átomos.

 Demócrito anunció su convicción de que cualquier sustancia podía dividirse hasta un límite y no más. El trozo más pequeño o partícula de cualquier clase de sustancia era indivisible, y a esa partícula mínima la llamó átomos, que en griego quiere decir «indivisible». Según Demócrito, el universo estaba constituido por esas partículas diminutas e indivisibles. En el universo no había otra cosa que partículas y espacio vacío entre ellas.

Pero fue a finales de 1700 cuando el químico Joseph Louis Proust, químico francés, realizó mediciones muy cuidadosas de la formación de compuestos químicos, como por ejemplo el carbonato de cobre y comprobó, por ejemplo, que siempre que el cobre, el oxígeno y el carbono formaban carbonato de cobre, se combinaban en las mismas proporciones de peso: cinco unidades de cobre por cuatro de oxígeno por una de carbono. Dicho de otro modo, si Proust usaba cinco onzas de cobre para formar el compuesto, tenía que usar cuatro de oxígeno y una de carbono.

Poco más adelante, otro gran químico inglés llamado Dalton, pensó:¡Qué extraño!, «¿Por qué ha de ser así?» y analizó la posibilidad de las partículas indivisibles. ¿No sería que la partícula de oxígeno pesa siempre cuatro veces más que la de carbono, y la de cobre cinco veces más que ésta? Al formar carbonato de cobre por combinación de una partícula de cobre, otra de oxígeno y otra de carbono, la proporción de pesos sería entonces 5:4:1.


Nicolás Copérnico y la Teoría Heliocéntrica

Resultado de imagen para Nicolás Copérnico y la Teoría HeliocéntricaNicolás Copérnico y la Teoría Heliocéntrica 

La teoría heliocéntrica sostiene que la Tierra y los demás planetas giran alrededor del Sol (Estrella del Sistema Solar). El heliocentrismo, fue propuesto en la antigüedad por el griego Aristarco de Samos, quien se basó en medidas sencillas de la distancia entre la Tierra y el Sol, determinando un tamaño mucho mayor para el Sol que para la Tierra. Por esta razón, Aristarco propuso que era la tierra la que giraba alrededor del Sol y no a la inversa, como sostenía la teoría egocéntrica de Ptolomeo e Hiparco, comúnmente aceptada en esa época y en los siglos siguientes, acorde con la visión antropocéntrica imperante.
Más de un milenio más tarde, en el siglo XVI, la teoría volvería a ser formulada, esta vez por Nicolás Copérnico, uno de los más influyentes astrónomos de la historia, con la publicación en 1543 del libro De Revolutionibus Orbium Coelestium. La diferencia fundamental entre la propuesta de Aristarco en la antigüedad y la teoría de Copérnico es que este último emplea cálculos matemáticos para sustentar su hipótesis. Precisamente a causa de esto, sus ideas marcaron el comienzo de lo que se conoce como la revolución científica. No sólo un cambio importantísimo en la astronomía, sino en las ciencias en general y particularmente en la cosmovisión de la civilización. A partir de la publicación de su libro y la refutación del sistema geocéntrico defendido por la astronomía griega, la civilización rompe con la idealización del saber incuestionable de la antigüedad y se lanza con mayor ímpetu en busca del conocimiento.

Pitágoras y los números


Pitágoras y los números 

Los números eran tan importantes, valía la pena estudiarlos en sí mismos. Había que empezar a pensar, por ejemplo, en el número 2 a secas, no en dos hombres o dos manzanas. El número 2 era divisible por 2; era un número par. El número 3 no se podía dividir exactamente por 2; era un número impar. ¿Qué propiedades compartían todos los números pares? ¿Y los impares? Cabía empezar por el hecho de que la suma de dos números pares o de dos impares es siempre un número par, y la de un par y un impar es siempre impar. Siguió investigando y obtuvo los números cuadrados, triangulares, etc..

Mas tarde siguió con la geometría y demostró la propiedad entre los lados de un triángulo rectángulo, expresando su famosa conclusión, que casi todos todavía nos acordamos de la escuela secundaria: “el cuadrado de la hipotenusa de un triangulo rectángulo , es igual a la suma de los cuadrado de sus catetos”

Podemos decir que las enseñanzas de Pitágoras, y sobre todo su gran éxito al hallar una prueba deductiva del famoso teorema, fueron fuente de inspiración para los griegos, que prosiguieron trabajando en esta línea. En los 300 años siguientes erigieron una compleja estructura de pruebas matemáticas que se refieren principalmente a líneas y formas. Este sistema se llama «geometría».

En los miles de años que han transcurrido desde los griegos ha progresado mucho la ciencia. Pero, por mucho que el hombre moderno haya logrado en el terreno de las matemáticas y penetrado en sus misterios, todo reposa sobre dos pilares: primero, el estudio de las propiedades de los números, y segundo, el uso del método de deducción. Lo primero nació con Pitágoras y lo segundo lo divulgó él. Lo que Pitágoras había arrancado de sus cuerdas no fueron sólo notas musicales: era también el vasto mundo de las matemáticas.

Newton y la inercia


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ley de la inercia 

El científico inglés Isaac Newton estudió la idea de que la resistencia del aire influía sobre los objetos en movimiento y logró descubrir otras formas de interferir con éste.

Estableció las leyes de la mecánica clásica, tanto en estática y dinámica, leyes que permitieron dirigir un cohete a la Luna.

Creo una nueva rama matemática o calculo diferencial, para poder estudiar y profundizar sus estudios teóricos sobre los fenómenos naturales.

Desarrolló la teoría de la gravedad entre los cuerpos del universo.

Propuso una teoría corpuscular para explicar los fenómenos ópticos.

Demás estás decir que Newton demostró que Aristóteles se había equivocado al pensar que existían dos conjuntos de leyes naturales, uno para los cielos y otro para la Tierra.

Las tres leyes del movimiento explicaban igual de bien la caída de una manzana o el rebote de una pelota que la trayectoria de la Luna. Newton demostró así que los cielos y la Tierra eran parte del mismo universo.

Se deduce, por tanto, que el estado mecánico de reposo y el estado de movimiento rectilíneo uniforme son estados equivalentes en ausencia de fuerzas externas o si la fuerza neta es igual a cero (suma vectorial de todas las fuerzas actuando sobre el objeto):
Ley de la inercia (1ª Newton)
Dónde F es la fuerza, v es la velocidad y t es el tiempo.

lunes, 18 de marzo de 2019

TEORIA DE LA EVOLUCION DE EVOLUCION


               TEORIA DE LA EVOLUCION DE EVOLUCION 




El origen de las especies título original en inglés: On the Origin of Specie es un libro de Charles Darwin publicado el 24 de noviembre de 1859, considerado uno de los trabajos precursores de la literatura científica y el fundamento de la teoría de la biología evolutiva.
El título completo de la primera edición fue On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life  El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida. En su sexta edición de 1872, el título fue cambiado a uno más corto The Origin of Species  El origen de las especies. El libro de Darwin introdujo la teoría científica de que las poblaciones evolucionan durante el transcurso de las generaciones mediante un proceso conocido como selección natural. Presentó pruebas de que la diversidad de la vida surgió de la descendencia común a través de un patrón ramificado de evolución. Darwin incluyó las pruebas que reunió en su expedición en el viaje del Beagle en la década de 1830 y sus descubrimientos posteriores mediante la investigación, la correspondencia y la experimentación.
Ya se habían propuesto varias ideas evolucionistas para explicar los nuevos descubrimientos de la biología. Hubo un apoyo cada vez mayor a estas ideas entre los anatomistas disidentes y el público en general, pero durante la primera mitad del siglo XIX la comunidad científica inglesa estaba estrechamente vinculada a la Iglesia de Inglaterra, mientras que la ciencia era parte de la teología natural. Las ideas sobre la transmutación de las especies fueron controvertidas, ya que entraban en conflicto con las creencias de que las especies eran parte inmutable de una jerarquía diseñada y que los seres humanos eran únicos, sin relación con otros animales. Las implicaciones políticas y teológicas fueron debatidas intensamente, pero la transmutación no fue aceptada por la corriente científica. El libro fue escrito para lectores no especializados, y suscitó un gran interés a partir de su publicación. Como Darwin era un científico eminente, sus conclusiones fueron tomadas en serio y las pruebas que presentaba generaron un debate científico, filosófico y religioso. El debate sobre el libro contribuyó a la campaña de Thomas Huxley y sus compañeros del X Club para secularizar la ciencia, promoviendo el naturalismo científico.
                 

martes, 12 de marzo de 2019

Einstein y la Teoría de la Relatividad


  

Einstein y la Teoría de la Relatividad

Einstein y la Teoría de la Relatividad.


Fue formulada por Einastein en el siglo xx, en la misma influye dos teoría que son la de la relatividad especial y la de la relatividad general.la cual fue publicada en el año de 1905 en su libro Philosophiae Naturalis Prinsipia Mathematica la que trata de la física del movimiento de los cuerpos en ausencia de fuerza gravitoria. Unifico en una salo ecuación fenómenos en apariencia tan diferentes como la caída de una manzana y las órbitas de los planetas en la cual también establece por primera vez una relación cuantitativa de la fuerza con que se atraen dos objetos con masa. En este caso se utiliza la siguiente formula. 

Donde F es la fuerza ejercida entre ambos cuerpos y G es la constante de gravitación universal. 

Gracias al principio de gravitación universal podíamos llegar a conocer características de los cuerpos celestes que nunca antes el hombre había pensado llegar a conocer. de esta manera hemos llegado a conocer la masa de los planetas soles y galaxias su velocidad y tamaño así como poder calcular el peso de los cuerpos en sus superficies.
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